El escándalo en torno a Facebook muestra la cara moderna de una técnica para desviar con engaños a la opinión pública, formalizada hace casi un siglo por Joseph Goebbels. El ministro de Propaganda de Hitler aplicó asiduamente su efectiva doctrina de que si una mentira es repetida machaconamente suficientes veces, la gente termina por aceptarla como verdad. Goebbels solo disponía de medios limitados de difusión en la década de 1930. Facebook y otras aplicaciones, en cambio, son un vehículo con multiplicado efecto de penetración por su acceso inmediato a cientos de millones de personas.
El uso correcto de internet es una valiosa contribución a la nueva era de la comunicación. Es válido incluso aprovecharla para propaganda que no se desvíe de la verdad, como en el caso de gobiernos o partidos que buscan atraer indecisos en campañas electorales. Es otra historia cuando se lo utiliza de manera fraudulenta para inclinar votantes con deformaciones de la realidad o directamente con mentiras. Esa es la grave responsabilidad que le cabe a la empresa Cambridge Analytica (CA), que recurrió a programas y estrategias de desinformación, aprovechando el acceso a datos personales de millones de usuarios que obtuvo indebidamente de Facebook.
La gigantesca tramoya fue puesta al descubierto por Christopher Wylie, un joven canadiense de 28 años que optó por revelar lo ocurrido, después de haber sido el cerebro de las campañas de CA para cambiar tendencias de votación en elecciones cruciales. Wylie explicó que se pergeñaban teorías conspirativas y otras falsedades con las que se bombardeaba masivamente a recipientes seleccionados en las redes sociales para incidir en su opinión. Explicó que CA creaba "una realidad a medida" para personas cuyo perfil las hacía susceptibles de ser influenciadas.
Aseguró que las campañas de esa empresa incidieron decisivamente en que el Reino Unido aprobara por menos del 2% su salida de la Unión Europea y en que Donald Trump derrotara a Hillary Clinton en la última elección presidencial en Estados Unidos. En el caso del brexit sostuvo que de no haber mediado la campaña de desinformación, el resultado hubiera sido el contrario y el Reino Unido habría permanecido en la comunidad europea. Afirmó también que en la victoria de Trump fue determinante la filtración por las redes sociales de inexistentes planes conspirativos, como que el expresidente Barack Obama había acuartelado tropas en Texas porque no estaba dispuesto a abandonar el gobierno.
El vertiginoso desarrollo a través de internet revolucionó el mundo de las comunicaciones en todos los aspectos de la vida del planeta, en la mayoría de los casos en forma útil. Facilita y agiliza los negocios, permitió el surgimiento del pujante periodismo digital y abrió el camino a que personas en cualquier rincón del mundo puedan comunicarse en forma instantánea. Pero también ha dado lugar a actividades delictivas de todo tipo, como el auge de la pornografía infantil y las trapisondas internacionales de malhechores. Se les ha agregado ahora aprovechar los datos de usuarios obtenidos de Facebook para torcer con engaños el rumbo de decisiones populares de trascendencia mundial. Frenar estas tendencias nocivas exige que lo ocurrido con CA y Facebook sirva para intensificar el control de desviaciones delictivas a través de las redes sociales.
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